lunes, 1 de septiembre de 2014


A 800 metros bajo la capa de hielo de la Antártida, uno de los lugares más inhóspitos para la vida, florece una comunidad de microorganismos que han permanecido decenas de miles de años alejados del mundanal ruido.

La sorprendente historia que trae a la luz estos quimioautótrofos (organismos que viven de los minerales en vez de la luz solar) se inició a 640 kilómetros del Polo Sur, en el Lago Whillans y tiene implicaciones interesantes sobre la posibilidad de existencia de vida en sitios insospechados en este y otros sistemas solares.

No mucho después de que los rusos anunciaran que habían abierto camino hasta el subantártico Lago Vostok, otro grupo de científicos anunció que habían alcanzado las aguas del Whillans.

Mientras el equipo soviético, según distintas fuentes, no tuvo las precauciones para retirar las muestras de agua, los norteamericanos usaron agua caliente y herramienta de perforación limpia por completo.

"Yeah", dice un reporte en la revista Nature que gritó John Priscu, ecólogo microbiano de Montana University cuando el cilindro que habían introducido en el agujero estuvo en sus manos. Antes de subir, había recogido el agua y cerrado automáticamente, evitando cualquier tipo de agentes externos.

El agua fue extraída el 28 de enero de 2013 y desde entonces sometida a estudio. La semana pasada Nature reveló los resultados del contenido del líquido, que ha estado aislado del ambiente exterior del planeta al menos 120.000 años y hasta 1 millón de años.

Priscu y su grupo reportaron el hallazgo de 130.000 células por cada milímetro de agua, una densidad de vida microbiana similar a la que se encuentra en el océano abierto.

Se halló una comunidad de bacterias y arqueas de casi 3.931 especies, mucho más compleja de lo que podría esperarse en un mundo sellado.

Toda una sorpresa en esa primera mirada a uno de los mayores e inexplorados ecosistemas del planeta que comprende hasta el 9 por ciento del área terrestre.
ALUMNA : CRISTINA SALOME

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